He estado probando y usando distribuciones linux desde 2007. Tengo muchos, muchísimos recuerdos de casi todas las que probé, especialmente de aquellas que me cautivaron por la cohesión de todo el sistema en sí. Algunas de ellas son Xubuntu, Kubuntu 7.*, Ubuntu 10.04, Chakra, Freespire, OpenSuSE, incluso Fedora con Gnome3, y… elementaryOS, por supuesto.
Si se me diera a elegir entre al menos dos de ellas, serían Chakra -de la que hablaré en su momento- y elementaryOS Luna. Pero para que se entienda cómo llegué a decidirme por eOS, es preciso introducir y repasar la historia detrás de este proyecto.
ElementaryOS comenzó su desarrollo hace ya varios años en forma de un sencillo tema de iconos. El proyecto gustó, consiguiendo en muy poco tiempo una gran aceptación y “likes” en sitios como gnome-look.org o DeviantArt, y salió adelante también con un tema GTK para GNOME; es más, incluso servía de inspiración para otros trabajos gráficos para el escritorio Linux. Pero tanto su autor (Daniel Foré) como el resto de la comunidad detrás del proyecto vieron en ello la oportunidad de ampliar los horizontes del proyecto, y por obra de la vocación de muchos de ellos como diseñadores, se comenzó a trabajar en una filosofía de escritorio e interfaces minimalistas y estéticamente limpias, productivas y coherentes en todo el sistema.
Para ese entonces el equipo de elementary ya había tomado forma, y en sus filas contaba con gente experimentada en diseño y desarrollo de aplicaciones y programación. Tal fue así que, realmente, se vieron capaces de comenzar un proyecto totalmente independiente de software libre como podría ser una distribución Linux casi de cero, partiendo de la base que ofrecía una distro como Ubuntu y alguna que otra aplicación desarrollada por ellos mismos.
Nacía así elementaryOS Jupiter, a inicios del 2011. En comparación con los sistemas del momento no ofrecía mucha novedad -se trataba realmente de Ubuntu 10.10 camuflado-, más allá de la característica estética elementary a partir de una serie de configuraciones predeterminadas, aplicaciones preinstaladas (como Docky) y algún que otro programa de marca propia (como Nautilus-elementary, Dexter, Postler o Lingo). Incluso aunque se dejaba entrever claramente que aquello era un proyecto con el que catapultarse y aún con mucho camino por delante, la aceptación del público fue unánime en su mayoría, lo cual arrojó muchas esperanzas en esta distro recién nacida.
Visto y no visto, y en respuesta a esta gran acogida, el equipo elementary siguió trabajando sin parar. Daniel Foré, Cassidy James, Harvey Cabaguilo y otros muchos seguían haciendo mockups -”ensayos y sketches de aplicaciones”-, jugaban con el diseño y hacían brotar las semillas de cosas que comentaré más adelante, y se fueron produciendo una serie de vueltas de tuerca trascendentales en el desarrollo del movimiento elementary.
Mientras que otros escritorios evolucionaban hacia unas interfaces cada vez más híbridas entre un smartphone, una tablet y un ordenador convencional (Windows 8, Unity de Canonical, hasta el asombroso lavado de cara de GNOME 3), elementaryOS se mantenía firme con respecto a su postura, lo cual la hizo estar en el punto de mira de muchos usuarios de Linux -entre los que me incluyo- que veían cómo se les caían a pedazos las expectativas de optar por un escritorio agradable en los próximos tiempos. El escritorio, que ya había adquirido la imagen característica de “panel + dock + ventanas” tomó forma con la llegada de Pantheon, la “shell” o conjunto de aplicaciones que daban forma a lo que ves en pantalla. WingPanel, un muy verde Slingshot, la desaparición de Docky y remodelación de Plank, el gestor de bienvenidas de Pantheon y el más reciente gestor de ventanas Gala hicieron acto de aparición, y desaparecieron los menús de gnome, Docky, Compiz, Mutter y otras tantas cosas que habían heredado de GNOME. Tras esto sí se veía un cambio con respecto a Ubuntu y el escritorio del que provenían, y era un cambio positivo, pues denotaba la independencia y robustez que había alcanzado el proyecto.
elementary se deshizo de nautilus, banshee, firefox y otros programas para dar paso a Marlin (que fue sustituido por Files en una repentina decisión), BeatBox (que a su vez fue reemplazado por Noise, esto último sin comprenderlo yo bien) y Midori (navegador que adoptaron para que fuera el usado por defecto). También fueron apareciendo aplicaciones como Scratch (un editor de texto), Terminal (una consola de comando de Linux), cambió Postler por Geary, otro cliente de correo (de la mano de la empresa de software Yorba) el panel de configuraciones del sistema Switchboard y alguna que otra curiosidad que mencionaré más adelante.
Sobra decir que la interfaz se fue puliendo y cambiando radicalmente, se optó por un set de iconos algo más minimalista aún, el logotipo del proyecto cambió, los colores del tema visual se hicieron más vivaces, e incluso hubo rediseños en conceptos tan arraigados como hacer desaparecer el botón de minimizar, eliminar la barra de menús de todas las aplicaciones, unificar el borde de ventana con la barra de herramientas, y un largo etcétera en forma de muchos otros minúsculos -pero importantes- detalles dignos de mención.
Semana a semana, gracias a un sistema de desarrollo basado en daily builds (“construcción diaria”, arreglo de bugs e implementación de características en tiempo real por medio de actualizaciones diarias), los usuarios de elementary eran capaces de ir probando todo lo nuevo que traía el equipo de desarrollo a cada día que pasaba, al mismo tiempo que podían reportar bugs, hacer sugerencias y mejorar entre todos el sistema operativo. No obstante, es preciso notar que las versiones de elementary que se instalaban de esta manera ni tenían carácter de versión ni eran estables.
En este sentido el tiempo pasaba y, de no ser por esta clase de actualizaciones, un usuario medio con un interés básico en el proyecto poco podía saber acerca de cómo iba el desarrollo. Esto fue (y es) un punto a tener en cuenta cuando se valoró, porque no ha sido hasta después de casi dos años cuando no ha salido a la luz la beta (¡la beta!) de la que habla esta reseña (famosa se hizo la frase en los foros de preguntas: “When it’s ready ;)”).
Yo, entre otros, no tenía medios ni tiempo para preparar una daily build y me tuve que aguantar sólamente “estando en antena”, visitando la web periódicamente -con un ratio de entradas por mes discutiblemente menor que el mío, jeje-, la lista de bugs a corregir en Launchpad, las cuentas en deviantArt de Daniel Foré y otros, y el recomendadísimo blog de Willeo Soeurs llamado “A Passionate of elementary” que actualiza(ba) con screencasts, correcciones de bugs, mockups decisiones tomadas en las juntas, y dejaba ver que había muchísimo movimiento aunque hubiera silencio.
De esta forma, pude monitorear el progreso de esta distro, todos los pasos que ha dado hasta convertirse en lo que es hoy día: un simple pero bonito y poderoso sistema operativo que nos deja ver sólo el pico del iceberg de lo que se avecina.
En la próxima entrada hablaré de las características de la beta, algunos detalles de su instalación y profundizaré un poco más en las aplicaciones de las que dispone (y va a disponer) el gran universo que se ha creado alrededor de esta sorprendente distribución.
Se acabó la espera. elementaryOS ha llegado, y esta vez para quedarse.
Créditos de las imágenes de escritorio:
– My Desktop de DanRabbit
– Escritorio por defecto en el usuario Live de eOS Jupiter. Encontrado en Internet.
Créditos de la imagen final:
– Wallpaper de elegant creation
Créditos del resto de imágenes: iconos del proyecto elementary, artwork de elementaryOS.