Esta entrada es la primera de una serie sobre el Vaporwave, que bien podría ser el género musical que más me ha influido en la veintena. A raíz de haber escuchado cientos de álbumes, otros tantos EPs, y muchos vídeos (y papers!) de análisis, he decidido recopilar de manera más o menos estructurada todo aquello que me fascina de este género y que, a veces, quedan un poco ‘overlooked’ en los análisis. Con esta entrada también nace la primera categoría en casi 10 años en el blog, ‘Música’.
La primera vez que alguien escuche una canción de vaporwave experimentará una sensación de desconcierto (out-of-place); obviamente infundada por la gran carga nostálgica, pero también en parte porque probablemente nada que haya escuchado antes se le parezca. Y es normal, ya que no hay nada en la música mainstream de las dos últimas décadas (hablando laxamente) que se asemeje a este género. Si bien el pop ha ido acumulando paulatinamente más y más elementos de producción digital (sobre todo en ese tiempo), quedarnos sólo con estas referencias no hace más que contribuir al origen oscuro que se le atribuye al vaporwave. Aunque esto contribuye al carácter etéreo de esta música, la realidad es muy distinta. Por tanto, hemos de hacernos la pregunta:¿qué circunstancias se dieron en la música para que surgiese un estilo así? ¿De dónde sale realmente el Vaporwave, al menos en términos musicales?
El vaporwave surge a finales de la década del 2000 como una respuesta compleja y rompedora a diferentes valores culturales y musicales en estancamiento. En concreto, el Vaporwave surge de un conjunto de proyectos independientes de música electrónica (Normalmente citando Far Side Virtual de James Ferraro, y Eccojams de Daniel Lopatin) que juegan con técnicas de sampleo y efectos de sonido, y se yuxtapone considerablemente al estilo de música pop de alta producción. Abrigado por la anonimidad de internet, y con una fuerte carga visual también influenciada y motivada por internet, la acogida de este tipo de sonido por parte de la comunidad de artistas independientes acaba dando lugar a la explosión de subgéneros, estéticas y comunidades que vemos hoy día. Normalmente se citan como antecedentes a los géneros de glitch, microsound y plundephonics, aparte de los propios géneros explorados por Daniel Lopatin y James Ferraro. Sin embargo, podemos encontrar raíces más profundas indagando en qué otros géneros trabajan con las señas características de este género; aparte del muzak y el pop del siglo pasado (de donde toma principalmente su material fuente), es imposible no citar los elementos y recursos usados en el Ambient, el New Age, el Minimal, o el Drone. De los dos últimos, el Vaporwave saca gran parte de su reduccionismo en sus recursos de partida, así como alguna que otra influencia clara en las venas más experimentales del género. Pero concretamente, en esta entrada nos centramos en el género con el que, a mi parecer, guarda más parecido en cuanto a visión y concepción: el Ambient.
La invención del sintetizador dio lugar a nuevas posibilidades a la hora de hacer música, y a su vez se dio lugar la posibilidad de acuñar nuevos términos a incipientes géneros musicales. Aunque los orígenes más tempranos se remontan al inicio del XX, el Ambient (laxamente definible como música destinada a ser imperceptible y de escucha pasiva) toma forma a partir de la segunda mitad del siglo. Ya en los setenta encontramos una gran cantidad de álbumes de música clasificable como Ambient, que parten de usar sonidos de la naturaleza complementados con voces de sintetizador y otros instrumentos, tendencia que no fue si no a más en las siguientes décadas al tiempo que se entremezclaba con el Minimal o el New Age. Algunos artistas que me gustan de los 70/80, y en los que se pueden ver ejemplos de lo que comento a continuación, son Takatoshi Naitoh, Monolake, Oval, Grams, Jan Jelinek, Takashi Kokubo, Aphex Twin, Hiroshi Yoshimura, o Brian Eno. Estos dos últimos son considerados los mayores exponentes durante los 80 en Japón y occidente, respectivamente, siendo Eno a quien se le atribuye acuñar el término Ambient en relación a su álbum ‘Music for Airports’.
Mucha música del ambient y otros géneros contemporáneos como el New Age buscan, o están relacionadas con, un movimiento de introspección, de exploración por parte del oyente, de generar ánimos y emociones muy concretas (como por ejemplo, In The Forest o Green, de dos autores mencionados arriba). A veces esta música tiene una segunda cara, llegando a ser tan expansiva que genera interpretaciones propias en el oyente, las cuales complementan la idea original proyectada por el autor. La prevalencia de esta ambientación conlleva a la alteración de la estructura clásica y rítmica que vemos en la música más convencional. Para recrear situaciones y ambientes reales (o al menos transmitir un realismo a esa ambientación) priman las repeticiones sin ritmo, sonidos y silencios a destiempo, aparecen acordes y progresiones poco comunes, y se usan samples en distinto grado de modificación. Se vuelven comunes ecos, reverberaciones y otro tipo de distorsiones que crean esa sensación de espacio.
La relación del Vaporwave con el Ambient es de mera continuidad. Géneros como el Ambient, el New Age y el Minimal nunca han sido el foco principal de la audiencia masiva y han estado relegado a contextos más específicos, pero no por ello cayeron en desuso o dejaron de influir a la música mainstream. Por otra parte, la producción digital se ha abaratado y facilitado drásticamente con los avances del software y el alcance del hardware. Junto con el creciente consumo de música no disruptiva tipo lo-fi (que también tiene orígenes parecidos y converge con el vaporwave) debido a la masificación de los medios de comunicación y a la necesidad de encontrar espacios de tranquilidad, se entiende que la emergencia de una reinterpretación de la música introspectiva era cuestión de tiempo. Así, entiendo que el Vaporwave surge como una música muy relacionada con el Ambient, en el contexto específico de la contracultura de Internet y la Era Digital, para llenar con recreación e introspección el vacío dejado por toda la sopa cultural en la que se criaron varias generaciones durante los 80, 90 e inicios del 2000.
El vaporwave también busca generar ambientes y emociones concretas en el oyente. En el inicio del género eran muy comunes las sensaciones de nostalgia y melancolía a través de samples de canciones pop y metraje de televisión de finales de siglo XX, y sobre la mitad de los 2010 se vuelven usuales los álbumes de “experiencia ambiental” tipo inmersión en la naturaleza o en un paisaje urbano distópico, o incluso casos más “meta” como simulaciones de bandas sonoras de JRPGs, documentales, y otros medios audiovisuales. Y, allá donde algunos comenzaron haciendo uso del cliché, como Blank Banshee en una de sus últimas canciones en su primer álbum, se puede argumentar que en los últimos años el Vaporwave completa el círculo al dar lugar a álbumes que bien podrían ser clasificados como New Age o ambiental, en lo que también se puede considerar un proceso natural de maduración para los artistas del género, que comienzan a explorar otros géneros e influencias. Otros sentimientos muy comúnmente explorados en el Vaporwave son la soledad, experiencias traumáticas como las rupturas y la pérdida, la depresión, la disociación con la realidad, o el TWA (“That Weird Area”), de los cuales hablaremos en otra ocasión.
Para lograr esta ambientación, el Vaporwave recurre a elementos muy parecidos a los mencionados en el Ambient, aunque a veces tengan su raíz de origen en algo más contracultural que premeditado y estructural. La sensación de melancolía y nostalgia se logra, por ejemplo, con distorsiones de tono y reverberación que emulan lejanía y sensación de memorias difusas. Es común que el sampling y looping de canciones pop y anuncios sea arrítmico y se salga un poco de las estructuras convencionales, dando lugar a progresiones de acorde no resueltas y poco comunes, y todo ello contribuyendo a la recreación de esas emociones oscuras. Un ejemplo que me gusta mencionar al respecto es en la pieza A2 de Eccojams, donde el loop de la canción “Too Little Too Late” se repite hasta la saciedad, quedando despojado de cualquier contexto original, y dando lugar a una sensación muy parecida a cuando nos recreamos en algún sentimiento negativo. Otros ejemplos, comúnmente encontrados en las canciones de t e l e p a t h (y también en más autores), consisten en alterar el tono de un sample para crear una progresión completa de un compás de duración a partir de un único acorde o dos, dando lugar a ciertas disonancias que acaban formando parte del feeling que da el Vaporwave. Debido al uso extendido de “pocos“ recursos, en el sentido de aprovechar ciertos fragmentos para generar sonidos y sensaciones completamente nuevas, es posible extender un puente de similitud entre el Vaporwave y el Microsound que pasa por el Minimal, en tanto que ambos géneros a veces parten de muy poco material para crear sus sonidos.
Como vemos, hay muchos aspectos donde el Vaporwave y la música Ambient conectan, desde temática hasta recursos musicales, demostrando que gran parte de la experiencia Vaporwave se debe a otros géneros aparte de los siempre mencionados como el Plunderphonics o Microsound. Aunque éstos a su vez beben también del ambient y otras ramas de electrónica experimental, siempre me llamó la atención lo poco citados que son los trabajos de música Ambient como pioneros y allanadores del terreno en lo que al Vaporwave se refiere.
En otras entradas recorreremos otros aspectos del Vaporwave que a veces solo se mencionan por encima o no con la profundidad con la que yo los veo.