La biología especulativa y la exobiología son unos de los campos que mayor interés provocan en mi imaginación, como buen biólogo que soy (o intento ser). Como bien se puede averiguar, esto es así dado que me permiten explorar la creatividad que supone imaginar seres de lo más variopintos desde una perspectiva notoriamente científica, razonable y lo más “realista” posible.
Además, una vez conoces muchas de las peculiaridades de las criaturas que pueblan nuestro mundo y eres consciente de la cantidad de factores y características biológicas que median nuestra conducta y naturaleza, no puedes evitar cavilar acerca de cómo la vida podría abrirse camino en cada contexto que puedas elucubrar, los caminos de la evolución, las convergencias y adaptaciones, y un largo etcétera del cual ha habido multitud de ejemplos en forma de libros como “Expedition“, películas como Avatar, y un sinfín de proyectos artísticos y de “investigación” como Snaiad, Furaha, Sagan4…
Un gran ejemplo de todo esto lo tenemos en el tema del que hablaré hoy, que viene de la mano de NocturnalSea. Este usuario de deviantart ha formado (o está en vías de formar) él solito, como proyecto con el que explorar todo lo que ya he expuesto antes, un enorme y complejo ecosistema de seres vivos en su propio sistema planetario (un gigante gaseoso con varias lunas), teniendo como resultado una enorme consistencia e identidad como proyecto (algo muy común en los objetos de mis últimas reseñas), el cual es presentado como una “guía de campo de Amaterasu“.
Lo que más puede llamar la atención al ojo observador es, dejando aparte la convergencia y semejanza morfológica de las criaturas con animales terrestres ya existentes (a modo de guiño constante a las bellas formas que la naturaleza brinda en nuestra biosfera), la curiosísima dotación a estos animales de una organización simbionte entre organismos filogenéticamente distantes (algo así como “órganos” de procedencia distinta formando parte de un único animal) y, al mismo tiempo, coloniales (al estar compuestos cada uno por “zooides” extremadamente modificados de manera que en vida habrías podido imaginar que son animales compuestos de otros animales).
Importante para que esto sea posible, no sólo entre ellos sino a escala de las biosferas de las lunas de Izanagi (el “Júpiter” de esta historia), es un mecanismo de transmisión de información genética hasta la fecha muy poco conocido, la transferencia genética horizontal. Según he podido leer en varias notas de las páginas, organismos de distintas especies (simbiontes o no) se ceden genes o cromosomas completos entre ellos. Según qué suceda, de qué hereden, se convierten en unas u otras estructuras, totalmente diferentes y distintas, diametralmente opuestas. Los animales de Amaterasu están sometidos a un constante efecto de transformación debido a numerosas infecciones, transferencias de genes, y demás efectos derivados de ser organismos compuestos, coloniales. Todo ello desencadena una amalgama de características única y especial, lo cual ya se puede palpar en el ambiente.
Un ejemplo de esto es un género de bacterias al que hace mucha alusión, que sirve como vector de información genética. A través de infecciones secuenciales, logra introducir genes ajenos al genoma de un organismo. Esto origina cambios en su morfología y comportamiento muy drásticos, que les hacen parecer animales no relacionados.
Del mismo modo, también parece que hay una relación muy íntima entre los ecosistemas atmosféricos del gigante gaseoso, Izanagi, y las lunas que lo orbitan. Por ejemplo, sobre el gran organismo que ilustra la entrada crecen otros seres más pequeños, fotosintéticos, que se desprenden del mismo y precipitan a las lunas donde crecen formando otras estructuras.
Realmente, el tipo de historias y descripciones de las que consta este “libro” no tienen para nada componente pseudocientífico o “sacado de la manga”. Todo se intenta explicar desde un punto de vista muy radical, teniendo que hacer el esfuerzo de figurarse cómo son los animales de allí, la complejidad de sus ciclos biológicos… y a cada más detalles le buscas más acabada y perfecta ves la obra. Aún le queda mucho que pulir y mucho contenido que añadir, pero la calidad de sus trabajos es excelente y el resultado final atrae tanto que yo mismo, por ejemplo, ardo en deseos de ver más páginas de esa guía de campo.
En su galería de deviantart se pueden encontrar todos los dibujos, ilustraciones y documentos, así como otras muchas imágenes y dibujos de muchos más animales y criaturas, dignos de ver.
Amaterasu y sus organismos nos cuentan la idea de que un sistema biológico no se queda sólo en las relaciones tróficas y sociales (entre otras) de los seres vivos y el entorno que lo componen, sino que puede trascender muchas fronteras que hasta entonces podríamos no haber tenido en cuenta. Que la cooperación entre seres vivos por un bien mayor es posible, hasta límites de coordinación y minuciosidad insospechados, como la transferencia genética horizontal a través de vectores bacteriológicos, la simbiosis a nivel de tejidos y ultraestructura, y la formación de organismos coloniales. Por no hablar de las muchísimas conexiones bioquímicas y citológicas que se habrían alcanzado por coevolución.
Lo más asombroso de esto no es que pudiera suceder de verdad, sino que realmente podríamos sospechar de que haya ocurrido o esté ocurriendo actualmente en nuestra propia biosfera, a través de mecanismos que aún ignoramos. La ciencia avanza a pasos agigantados y, quién sabe, algún día podríamos sorprendernos al descubrir cómo es posible que, por ejemplo, muchas algas (un grupo de seres vivos que realmente no están emparentados en su totalidad), así como muchísimos otros grupos de organismos relacionados de forma poco clara, tengan tantísimas cosas en común entre ellos (porque a veces la mera convergencia no lo puede explicar todo), o cómo de rápido sucede una endosimbiosis.
Preguntarse este tipo de cosas y, sobre todo, darles forma a partir de proyectos como Amaterasu, podría sernos un aliciente al prepararnos para encontrar la verdad.