En añadido a todo lo que supuso mi periplo con aquella memoria, no sólo aprendí cosas nuevas en lo referente a mi trayectoria y los objetivos de mi vida, también pude rememorar y entender de nuevo lo que supone redactar un buen documento.
En añadido a todo lo que supuso mi periplo con aquella memoria, no sólo aprendí cosas nuevas en lo referente a mi trayectoria y los objetivos de mi vida, también pude rememorar y entender de nuevo lo que supone redactar un buen documento.
Este año llego un poco tarde para hacerle un homenaje a mi tierra, pero más vale tarde que nunca.
Es un poco triste que en muchas ocasiones uno sepa valorar sus raíces sólo después de haber sido expatriado. Sea como sea, la tierra de origen se acaba cobrando así su aprecio.
Y éste ha sido mi caso. Vivir fuera de tu tierra (no ya de tu ciudad) te hace ver muchas cosas y aprender a valorar otras tantas. Jamás me imaginé hablando de estas cosas, y hoy día no alcanzo a imaginar qué sería de mí sin pensar en ellas.
Esta madrugada volvía en avión pensando en el tiempo que llevo dejando pamplinas por internet. Han pasado más de siete años desde que empecé el blog, y en los principios tenía una malsana obsesión por publicar cosas. A decir verdad, en lo que a mi vida respecta poco había que contar en aquel entonces, y más bien me dedicaba a recopilar datos y cosas y hacer de este sitio una especie de bitácora de apuntes de cosas que me interesan. De cuando en cuando me vuelve a dar la vena de hacer aquello, pero para nada sigo en la misma línea.
Y la gracia es que ahora sí que considero que hay cosas de las que hablar. Pero, precisamente, cuantas más cosas te pasan y más te ocupas menos te vienen las ganas de sentarte a contarlo. No voy a darme el sermón a mí mismo de por qué hacemos o dejamos de hacer eso; ni viene al caso ni es de incumbencia de nadie que pueda acabar aterrizando aquí. El noventa y nueve por ciento de las veces simplemente es que no me da la gana de sentarme a escribir como estoy haciendo ahora, y el uno por ciento restante lo dedico a postear absurdeces o fragmentitos en otras plataformas, en las que sí que soy bastante más activo.
Es en twitter donde llevo unos días quemando al personal con el tema que me ha traído de cabeza este último mes. Para quien aún no lo sepa soy biólogo, y comienzo la tesis doctoral en cuestión de meses; y, como viene siendo hora a mi edad, conviene empezar a pensar cómo independizarse económicamente del todo. Por esta razón existen un sinfín de becas que plantean buenas opciones remuneradas, y yo he tenido que irme a la más exigente de todas. No me interesa entrar en más detalles, pero en su formulario de solicitud se pide redactar una especie de “memoria” donde te explayes sobre tu vida y tus aspiraciones. Más americano imposible.
Y al mismo tiempo, aunque no por lo americano, más yo imposible.
Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le sea lícito desear para sí un hijo?
¿Eres tú el victorioso, el dueño de ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la insatisfacción contigo mismo?
Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Monumentos vivientes debes erigir a tu victoria y a tu liberación. Por encima de ti debes construir. Pero antes tienes que estar construido tú mismo, cuadrado de cuerpo y de alma.
[…]
– Friedrich Nietzsche: Así habló Zarathustra.