Nota: este artículo ha sido extraído y editado a partir del escrito en un hilo del foro de whack a hack!, por lo que no es de extrañar alguna incongruencia gramatical o referencia perdida que se me haya pasado.
Sirva todo esto que digo antes de dar mi opinión como base para los que quieran saber más del tema antes de opinar:
La noción de Dios ha estado siempre presente desde el inicio de los tiempos. El ápeiron, por ejemplo (una respuesta a la pregunta del origen de todo, que en el fondo viene a ser la característica que le atribuimos o se le atribuía a Dios), data de la época de la Grecia clásica, hace dos mil quinientos años o más (ahora mismo no recuerdo bien), en la que también coexistían muchas otras teorías filosóficas.
Por lo general, Dios ha sido concebido siempre como una causa externa o suprema del Universo, de todo lo que rodea al ser humano (quizá incluso como una especie de ídolo ficticio al que admirar por poseer aquello que la razón y cultura humana ansían). Las religiones “tradicionales” como la cristiana, judía o islámica lo identifica[ban] como un Creador máximo, omnisciente, omnipotente y omnipresente, infinitamente bueno y alguien en quien confiar interiormente (insisto, una cosa es la teoría y otra es la práctica, me ciño a la “teoría” para hablar de algo objetivo).
La evolución humana y el cambio de mentalidad dio pie a nuevos estudios filosóficos acerca de qué era Dios, con lo que fueron surgiendo nuevas interpretaciones.
Una de ellas, que puede reinterpretarse hoy día visto cómo va el mundo, es la que proporciona el panteísmo. Dios es “creador” y “creación” (no son las palabras adecuadas, pues opino que no hay creación como tal), se encuentra en todos los resquicios de la naturaleza, en todos los seres vivos y en todo lo perceptible.
Y aquí matizando con mi toque personal: yo interpreto a partir de esto que Dios es concebible de varias formas:
– A nivel metafísico, como la Existencia en sí. Siguiendo un razonamiento que parece absurdo (lo expongo y explico al final*), la existencia es la única característica básica a todo lo que forma el mundo y, a la vez, lo más perfecto (no creo estar usando aquí el argumento ontológico, quien no sepa qué es que busque en la wiki o donde sea), pues existir es, de alguna forma, más perfecto que no existir (obvio). Y si extrapolamos esto de la naturaleza, lo que nos queda es una concepción de la causa existencial de todo, el ápeiron. Dios es el propio mundo en sí.
*Lo que es o puede llegar a ser, seamos nosotros capaces de concebirlo o no, dada la inmensidad del cosmos, es, ha sido o será en alguna parte –lo cual me recuerda al eterno retorno, vaya xD- ; y lo que no puede ser o no pueda ser concebible ni por nosotros ni por nada con mayor comprensión a nosotros, no es, no ha sido ni será nunca, con lo cual es absurdo pensar en ello. Es como en los números que representan a la naturaleza: Son los números positivos los que permiten cuantificar la realidad. ¿De qué sirve el cero? Para decir que no hay nada. ¿De qué sirve decir que no hay nada de algo? ¿Representa eso algo factible en el Universo? No. Por tanto, de lo que hay, hay; de lo que no hay o no pueda, es absurdo planteárselo más allá de la imaginación.
– A un nivel más emocional y psicológico, más humano (y por ello más sometible a crítica), se dice de Dios que está en todos nosotros. Esta frase, como muchas otras del estilo, “sirve” (no sería la palabra adecuada), demuestran una dimensión muy humana de nosotros: al ser Dios la idea máxima que de una forma u otra podemos imaginar, al decir que tenemos Fe en Dios y que está en todos nosotros lo que hacemos es afianzar nuestra confianza y fe en nosotros mismos, la confianza en los demás y en el mundo en sí, la posibilidad de alcanzar lo que nos propongamos y llegar a ser quien queramos. Es un reflejo de nosotros mismos maximizado y personificado del que sacamos la voluntad cuando nos hace falta. Y estoy seguro que podríamos decir todo lo anterior sin mencionar en ningún momento la palabra “Dios”, de forma que se entiende que Dios no es sólo la figura cristiana castigadora y/o piadosa.
A la larga, pensar que los errores cometidos son perdonados por Dios (el mundo que nos rodea, incluidos nosotros mismos) y que podemos confiar en Dios (en el mundo que nos rodea, incluidos nosotros mismos) nos da una fuerza vital enorme.
– Dios se “manifiesta” en nuestro interior como una admiración hacia las cosas. Nos sentimos realizados cuando contemplamos las cosas que nos gustan: un atardecer, la belleza de un tigre o qué se yo, la forma altruista de ser de aquel amigo tuyo tan noble, lo que se nos ocurra. Esa admiración por cómo funcionan las cosas y por cómo son o es el mundo es una admiración equiparable a la figura de lo que siempre hemos querido llegar a ser (refiriéndome a la humanidad en su totalidad), es decir a Dios.
Pero creo darme cuenta de lo que ocurre. Muchísimos ateos o críticos a Dios argumentan con razones como “Dios no nos trataría así si existiese” o “Con lo mal que va el mundo, ¿dónde está Dios?”, propias de una crítica al cristianismo. Es decir, cuando critican la idea de Dios en general, no pueden evitar –la mayoría- terminar criticando al Dios cristiano. El por qué es fácil: es la religión que más predomina y la que más inculca la figura de Dios (que no la idea del mismo). Desde jóvenes nos vemos abrumados por continuos mensajes religiosos de cuán bondadoso es ese Dios cristiano, de cómo será todo según esa religión, etc; y por ello, por costumbre a hablar sólo del cristianismo, los que critican a Dios sólo atacan con argumentos contracristianos sin siquiera escuchar lo que dicen aquellos que defienden la idea de Dios.
Dios no implica necesariamente un Dios como el cristiano, y esto lo diré siempre. El Dios de la religión cristiana es presentado como un personaje que parece totalmente real, tocable y perceptible, creador del cielo, la Tierra, los seres vivos y la humanidad, además de permanecer en constante relación con la misma. A bote pronto es imposible saber si verdaderamente Dios es así. De hecho, la noción de Dios que mucha gente no religiosa tiene es de tipo metafísico o filosófico, como una manera personal de designar a la respuesta última que la ciencia busca (lo cual yo tampoco creo que llegue a saberse nunca). Estoy convencidísimo de que si la palabra para designar al Dios cristiano y la palabra para designar a Dios fuesen distintas habría muchas más personas con otros puntos de vista.
Por eso creo que antes de posicionarse de forma fácil ante una pregunta con miles de años de existencia, es conveniente estudiar el tema y no tomar como referencia sólo a las religiones o dioses más conocidos (y ojo, me incluyo, aún me queda mucho que leer). Ha habido cientos de personas que han escrito sobre el tema, algunos más sonoros que otros, pero todos igualmente importantes. Está en nosotros mismos encontrar la respuesta a lo que nos preguntamos, y estoy seguro de que nos satisfará mucho más la respuesta que encontremos que una solución pesimista y rápida.
Bueno, esto es todo lo que tengo que decir acerca del tema de momento. Sé que es mucho, pero creo que por primera vez he conseguido forjar yo mismo una base para explicarle a los demás cómo concibo todo esto.