Después de trece años es normal y esperable que Avatar 2 decepcione y que la primera no haya sobrevivido al paso del tiempo. Hasta la gente más fanboy de Avatar, como lo fui yo, ha acabado pensando lo mismo. Yo no vengo a hablar de esto, porque mil gentes han venido antes de mí para explicarlo mil veces mejor. (Empezando por Hello Future Me, Amanda the Jedi, o Sideways). Yo vengo a hacer el apunte de que lo más interesante de Avatar nunca fue la historia, si no el mundo, pero es una pena que en las pelis no se entre al detalle que merece.
No me voy a enrollar: Pandora promete mucho. Más allá de los ikrans y de los bichos chulísimos del mar de la segunda, toda la parafernalia de las sinapsis entre organismos y el tema de Eywa da para tantísimo, tiene tanto potencial. Y más por cómo parece que hay cosas (los árboles espirituales, esas formaciones rocosas enormes, el hecho de que haya varias lunas, la música que el director acabó recortando de la primera película) que apuntan a una panspermia entre las lunas de ese planeta azul, de la que los Navi ya se olvidaron. Donde más se ha podido empezar a explorar ese “Pandora Beyond” es en los personajes de Sigourney Weaver y todo lo que los rodea. Veremos si en la siguiente película se ahonda más y no queda perdido entre tantas otras ideas como ha venido pasando.
Y es una pena extra porque todo eso reluce a pesar de lo poco memorables que son sus personajes. Con los años he aprendido a apreciar y entender que en una buena historia la construcción de personajes puede (y debe) afectar al worldbuilding, no permanecer separado de él. La pregunta es, ¿quiere Avatar ser una buena historia? ¿O se diluye entre propósitos de ganar dinero y pagar la superproducción? Parece que con suerte empiezan a remover cosas más interesantes de (y entre) los personajes en la segunda peli, aunque el 80% de los personajes siguen siendo olvidables (no me sé los nombres de casi nadie), y hay chirridos tremendos como el disservice patriarcal hacia el personaje de Neytiri y los Valores Americanos que flipan por NO ser irónicos.
Desde luego Avatar fue algo memorable en su día, tan memorable como cualquier otra experiencia de aquel frenzy hipercultural que nos dio a todos y que empezó a despuntar en 2009. Pero no es una peli que recomendaría ir a ver al cine más de una vez; al menos no por la trama o los personajes. Si algo retiene, es por un poco de curiosidad por ver qué harán con todo el tinglado. Y de nuevo, por la pena de ver más potencial a Pandora del que se le saca.