Un día como este de hace diez años decidí que quería estudiar biología y ser biólogo; y en diciembre del año pasado acabé la tesis. En estos diez años ha habido una carrera, un máster, una tesis, solicitudes, “applications”, becas, admisiones, rejections, papers, proceso editorial, peer reviews, producción científica, congresos, trainings, … todas ellas grandísimas experiencias dignas de contar y recordar.
A raíz de haber acabado esta primera parte de la carrera científica (y en un momento de repensar seriamente si me quiero dedicar a ésto), veo buena la oportunidad de recopilar impresiones, experiencias y, sobre todo, consejos/advertencias para la gente que entra a estas etapas con mayor conocimiento de causa. Quizá así alguien pueda resolver dudas que yo mismo tuve, saber de antemano cosas que a mí me hubieran gustado, o le permita identificar señales de si las cosas van bien. En esta primera entrada empiezo con aspectos más abstractos y psicológicos, y en un futuro abordaré cosas más concretas.
NOTA: aunque hablo en general de la tesis, muchas cosas se pueden aplicar a otras etapas como másteres, o incluso etapas posteriores como el postdoc. Por simplicidad, me referiré a la tesis la mayor parte del tiempo.
OTRA NOTA: He intentado al máximo posible escribirlo todo desde un punto de vista no privilegiado. Yo he tenido la suerte de haber estado en el momento, sitio, estado económico y emocional concretos para haber dado con buenos lugares donde trabajar y formarme. Esto no siempre es así. Hay veces que uno lo intenta, llama a todas las puertas, echa solicitudes en todos sitios y nada prospera. He intentado abordar estos temas desde mi experiencia pero intentando conectarlo con otras cosas donde sí que pueden ser útiles estos consejos.
Te apañas tú, pero eso no es malo
Para empezar, lo primero es saber que a partir de aquí nadie te ayudará o te guiará, al menos no por defecto. Atención a lo que esto significa, y a lo que me refiero: aprenderás que en ti está la mentalidad de que los primeros pasos para enterarte de lo que necesitas los tienes que dar por ti mismo: qué becas existen, cómo funcionan sus procesos de selección, qué universidades (o centros) imparten los cursos/cosas que te interesen, quién trabaja en el mismo campo que tú, quién puede ser buena opción para trabajar con ellos, o para iniciar una colaboración, etcétera. Esto NO significa que nadie te vaya a ayudar y el mundo sea un lugar cruel; estás solo en el mundo, en tanto que la ayuda no vendrá a ti sola. Tendrás que ser tú quien llame a las puertas, envíe emails, se acerque a preguntar. Lo que SÍ significa es que hay que aprender a no tener vergüenza o reparo a la hora de preguntar. Y si bien en el mundo hay gente de todas clases (conozco algún caso de quedarse tiradísimos, lo cual es en sí otra cosa que quería hablar más adelante), lo cierto es que sorprende ver que muchas veces las oportunidades para avanzar en el camino están ahí mismo, pero a veces no las vemos o no somos conscientes de que están. Y para eso es necesario indagar y hablarlo. Por ejemplo, fue hablando con una profesora de un departamento en cuarto de carrera como me enteré de que existían otros másteres que me gustaban más que los que yo había mirado.
Este “desamparo” se acaba extendiendo a todo: conforme creces en edad y experiencia se te acaba relegando más y más responsabilidad en los cursos, trabajos, … escalando de encargarte de cultivar células a diseñar proyectos con meses/años vista. Donde antes se te vigilaba cómo hacías el la PCR, o cómo ibas a escribir un email a otra persona, luego se convierte en rutina y se dedica (por uno o el resto) más esfuerzo a enseñar cómo gestionar cosas a largo plazo, o a centralizar los datos e información para escribir un paper, a escribir proyectos, etc. Si se da con un trabajo/lab/centro en el que se haga bien, el depósito paulatino de confianza incrementa en proporción a tus capacidades, y entrenarás el ser consecuente con tus decisiones y responsabilidades conforme adquieres responsabilidad. Aparte de que, a fin de cuentas, todo esto de la responsabilidad y la autonomía es algo necesario en la vida.
No te compares
Otra cosa importante es NO COMPARARTE con tus compañeros o con otros casos que conozcas. Lo acabarás haciendo aunque sea un poquito, y puede que incluso te comparen desde fuera (lo cual ayuda más bien poco). La vida de cada uno es un mundo aparte, con su pasado, sus problemas, sus coping mechanisms, sus cosas buenas y malas, sus circunstancias. Cada uno está en una etapa diferente para cada aspecto de la vida. Así que será normal que, si eres alguien que ha ido a curso por año y llegas a la tesis con 23 años sin haber tenido que trabajar antes, tu nivel de rendimiento sea completamente diferente al de alguien que hizo la carrera en más años para hacer más rotaciones por departamentos, que se hizo un sabático entre máster y tesis; o entre carrera y máster, que haya trabajado antes, y que llega a la tesis con las cosas muchísimo más claras. La tesis trae muchísimas cosas que aprender tanto dependiente como independientemente de tu etapa vital.
Y como me dijo un gran amigo mío: nadie es mejor que nadie, ni nadie es peor que nadie.
Habla y mézclate con la gente
A esto me refería con lo de ver más abajo. El trabajo de investigación y académico normalmente no suceden en un entorno aislado. Por un lado están el resto de miembros del laboratorio, pero también es bastante estándar que en los centros y universidades medianamente grandes se hagan simposios, workshops internos, charlas de departamento, etc. Ve a esas actividades y habla con la gente que atiende, preséntate. Ve a charlas de otros estudiantes, aprovecha si hay sesiones o slots para hablar con PIs, o cursos que impartan en el programa de doctorado o en tu centro. Todo esto son oportunidades para conocer a (y encontrar amigos en) otra gente que trabaja en lo mismo que tú o que está pasando por lo mismo que tú. En muchas ocasiones nos vemos a toda máquina en nuestros meollos de nuestro trabajo pensando que no hay nadie que se sienta como nosotros o que es imposible que lo lleguen a entender (más si nuestro entorno de amistades y/o familiar no es académico o de ciencias, como es mi caso). Pero la verdad es que no estarás “solo” en las distintas etapas de la tesis: probablemente mucho de cómo te sientas, de lo que te pase… también lo sientan o hayan pasado otros compañeros tuyos: frustración con los experimentos, cosas con el jefe, work-life balance, … Es muy recomendable que mantengas mucho contacto con otros estudiantes de tesis, y hacer piña porque a veces la situación puede volverse difícil de superar en solitario. Te sorprendería saber la de cosas en academia que se comparten y se llevan mejor en comunidad, y lo poco que a veces lo recordamos.
No romantices los resultados y el trabajo
Yo me volqué mucho en el trabajo durante los primeros 2/3 años de la tesis, como demuestran algunas entradas de aquel entonces. Por mis propias razones me absorbí mucho y fui muy intenso y exigente con el trabajo experimental, que puede llegar a ser verdaderamente agotador (de alumno interno en un lab, de máster en otro). Había días que echaba turnos de diez o doce horas sin una verdadera necesidad, por afán de avanzar rápido y poniéndole un peso enorme a si los experimentos salían bien o mal. Tanta prisa hizo que agotase mi entusiasmo demasiado pronto, hasta el punto de que llegué bastante decepcionado y quemado al tramo final de la tesis. Llevar un ritmo y horario constante, con pausas, con entrada y salida fija (dentro de lo posible), es muy importante para no acabar perdiéndote en la espiral de echar horas por querer hacerlo todo. Es bastante normal que los que tenemos o hemos tenido alguna carencia intentemos compensar echando más tiempo, proyectando demasiado sobre el trabajo, y créeme: como alguien que ha pasado por ahí habiéndose equivocado en esto, nunca jamás trae nada bueno. Es esencial encontrar una relación de equilibrio entre la tesis y la vida fuera de la tesis, y trabajar activamente en respetarla y mantenerla.
No romantices el papel de tu supervisor
Romantizar el trabajo también se puede extender al puesto de trabajo en sí, o a las personas en tu trabajo. Los supervisores o jefes, al igual que nosotros, también son personas humanas con defectos, sentimientos, emociones y equivocaciones , y también están en constante aprendizaje al igual que nosotros. A veces nos puede parecer injusto que no nos dediquen tanto tiempo como nos gustaría, o puede que descubramos que quizá no nos “apoyan” en el aspecto que más lo necesitamos (ya sea financiación, comprensión, gestión, experiencia en nuestro campo, o visión global). La realidad es que primeramente, y como decía, los jefes son humanos, no son seres perfectos. Hay pocas personas con el don de ser cracks en todos los sentidos, porque es muy difícil ser jefe. Ser jefe en academia es hacer a veces de guía, de vendedor, de escritor y editor, de banco, de corrector, de psicólogo, y de otras mil cosas. Y segundo, a veces confundimos falta de apoyo con falta de capacidad para resolverlo por sí mismos, a falta de una mejor palabra. Lo importante es que, aunque nuestro jefe no sea experto en algo, no dude en apoyarnos para buscar una solución en otro lugar o en otra persona, desde otro compañero de trabajo, a un colega o colaborador externo. Los buenos jefes son los capaces de hacer esto, y en retrospectiva puedo decir que tuve un buen jefe.
El problema viene cuando no se sabe esto o no se procesa bien, y “se nos rompe el corazón” al darnos cuenta de que no era todo de color de rosa. La realidad nunca es perfecta, y un trabajo tampoco lo es. Supongo que esto a veces se sabe mejor cuando se ha tenido experiencia laboral previa, pero para mí fue nuevo. Y sin duda alguna tuvo mucha importancia en lo siguiente que comentaré, en una próxima entrada.