“Me niego a que lo que está pasando dictamine si tengo un mal finde o no.”
Ésas han sido las palabras que han salido de mi boca esta misma tarde, hablando en el trabajo, después de una tarde indistinguible de muchísimas otras a lo largo de éstos meses. Estaría bien que yo mismo siguiera mis propios consejos de vez en cuando.
Qué desastre, la verdad. Desde aquella última semana de Junio han sido muchos, muchísimos, los días que he pensado en volver a entrar aquí para seguir contando mis historias, seguir escribiendo de los temas que me gustan, y en general seguir moviéndome creativamente a pesar de todo. Porque es indudable que en este mundo en el que nos ha tocado vivir, esto del escribir y de tomarse tiempo propio es una obra y labor de contracultura, de protesta y de inconformidad. Escribir por escribir. Por mí y para mí.
Pero es que cada vez que me sentaba un rato, al final de los días o en alguna hora muerta, sucedía una de varias: (i) encontraba algo “mejor” que hacer (normalmente encargarme de algo del mundo real); (ii) me apetecía ponerme con otro hobby (normalmente la Switch o algún ROM hack, aunque últimamente he seguido leyendo); (iii) se encartaba algún plan en el mundo real; (iv) sucumbía ante la disidia del scroll o los vídeos en YT. Son especialmente la primera y última razón lo que me ha traído de cabeza. Nada nuevo, en realidad. Uno de tantos recordatorios vitales de que venir aquí a escribir, o escribir/dibujar/programar para mis otras cosas, es un acto de cuidado propio, es algo saludable.
Y por qué era tan difícil venir aquí a sentarme: pues esta vez hay motivos claros. En Julio empecé el proceso de mudanza a una nueva ciudad, cosa que sucedió a mediados de Agosto y no tuvo fin hasta principios de Octubre. En Julio, también, empecé a buscar casa, cosa que no dio frutos hasta la segunda quincena de Septiembre. Ni en el tedio de mudanza ni en el proceso de conseguir alquiler hubo mucho margen de control, así que “es lo que hay”. En el proceso pasaron mil cosas más, como movidas con los alojamientos temporales, e incluso un episodio de chinches, para que no le falte nada a la historia. Todo esto me fue alejando.
También pasaron cosas buenas. Parte del por qué he estado alejado ha sido porque la familia vino de visita, y porque dedicamos tiempo a visitar y conocer lo que nos había quedado pendiente del sitio anterior. También porque he priorizado conocer un poco más el nuevo sitio, al menos al principio, y para aprovechar de volver a reunirme con los amigos que también se han mudado (ha sido por trabajo). Muy importantemente, conseguí publicar el proyecto de mi trabajo anterior en una revista muy buena, y el proyecto actual va en muy buen rumbo de ser publicado también (incluyendo una comunicación en congreso donde gané premio a mejor charla). Todo esto ha hecho que esté más ocupado, como es normal.
Pero la guinda del pastel fue cómo hace menos de un mes ya se me notificó de que el año que viene se acaba mi trabajo aquí. Ni un mes después de mudarme, ya tengo fecha de salida. Sin entrar en detalle (ni por aburrir ni por reinar en ello), el año que viene toca buscar posiciones independientes y poco a poco orientar mi trayectoria para buscar la estabilización. Cosa que obviamente quiero hacer, pero me gustaría hacerlo con más tiempo para poder preparar todo mejor, y adquirir los últimos toques de experiencia que necesitaría antes de dar el salto. Pero, una vez más, las cosas nunca llegan en la vida como uno quiere.
Así que, juntando lo indeseado del cambio de ciudad, del nuevo sitio en alquiler, y de los prospectos de trabajo, no me queda más que trazar “nueva” ruta, y de jugar con las cartas que tenemos en la mano. Ya he empezado el proceso de escribir becas, de darle más peso a supervisión y enseñar en cursillos o talleres, y a diseñar un proyecto que sirva de base para todo lo que vaya a ir intentando sacar en la siguiente etapa.
Esto es parte de lo que hablé con mi mujer en una de las conversaciones más importantes últimamente era, precisamente, no vivir en un universo de probabilidades y trabajar con lo que tengo por delante, y no reinar en lo que ya ha pasado. Si ya no hay pasta de proyecto, pues no la hay, nada se gana de “qué hubiera pasado en mi futuro si…”. Take things at face value, como se diga en español. Pues lo mismo con lo de mudarse, lo de volverse a España, y con todo.
Pero más allá. ¿Por qué tengo que supeditar el resto de mi vida a esto? ¿Por qué mi vida, más allá del trabajo (que sí, que es Academia y es diferente porque va de la mano con desarrollar tu trayectoria profesional), no es más que una proyección de la disponibilidad y la energía que me queda después de reinar en dicho trabajo?
Tengo una compañera que está aprendiendo a tocar el bajo, para tocar en una banda de este sitio nuevo. Lo loco de ésto es que ella hace commuting desde Londres dos veces por semana. He estado pensando en esto bastante últimamente y lo considero un ejemplo enorme a seguir de cómo el no dejar las cosas de lado (sin agobios), a pesar de las circunstancias, no trae si no cosas buenas.
Como decía arriba: Me niego a que mis circustancias, especialmente las que están fuera de mi control, dictaminen si soy capaz o no de disfrutar el resto de mi vida.
Por eso voy a escribir aquí otra vez, aunque sea una vez más, antes de que se acabe el año. ¿De qué? No lo sé. Hay algunas entradas en el tintero, como cerrar el arco del Vaporwave. He ido recopilando muchos hilos, webs, y artículos de donde podría tirar. Pero hay un nugget que me hace ilusión: hace un mes Good Blood sacó un vídeo que va muy en la línea de una cosa que llevo mucho tiempo queriendo hablar. Se trata del primer juego de Zelda, el de 1986. Escribir de ésto sería genial en realidad, porque ese tema fue lo primero de lo que hablé en este blog hace poco más de catorce años, cuando lo abrí en un Noviembre de 2008.
Hablando de perseverancia, me parece que es algo que hay que reconocer y celebrar. Aunque no escriba con el ritmo que me gustaría… este blog sigue existiendo. A veces eso es suficiente. Pero también a veces es bueno darse cuenta de que igual no pasa nada malo por subir un poco el listón. Por que así sea.