Me he leído la biografía de Steve jobs.
Hacía tiempo que quería comenzar a leer cosas más reales y menos ficción. Cosas relacionadas con el mundo en el que vivo, y no con mundos que van más allá. Es lógico, cada vez tengo más y más presente que las cosas funcionan de ciertas maneras y que, ni yo las voy a conseguir cambiar por completo, ni tampoco me interesa cambiarlas todas. Lo cual no quiere decir que no deba saber un poco cómo funcionan. El cómo se desarrolla una idea y se acaba montando un negocio a su alrededor, una fuente que permita crecer a dicho proyecto. El tipo de dificultades que se encuentra uno a lo largo del tiempo. Y como ésas, mil cosas más. También es cierto que me pilla en un punto de bastante inflexión respecto a ciertos eventos futuros que decidirán el curso de mi vida a medio plazo, en los próximos años. Me gustaría estar preparado para ello, y por todas estas razones y mezcla de algún capricho, decidí probar con la historia de este hombre.
Y me he dado cuenta de muchas cosas.
Entre ellas, ha habido cosas que han despertado en mí un interés inédito, y en las que deseo profundizar más adelante. Desde meros hechos o acontencimientos a cambios de paradigma, pasando por los más nimios detalles, pensamientos, personas, e historias. Cosas como la forma en la que puede no sólo estructurarse una compañía, sino cualquier trabajo humano en grupo, los elementos necesarios para sacarla adelante, la importancia de la actitud, etcétera. Con esta lectura, también ha crecido mi interés por las temáticas del diseño, la tipografía, las interfaces gráficas de usuario, y todo el trasfondo académico y de conocimiento que lleva detrás, en forma de escuelas de arquitectura y filosofía en un inicio como fundadoras, y luego todo el ecosistema en el que devinieron más adelante.
Pero de lo que más me alegro es de haberme aclarado conceptos que no tenía ni tan claros ni a los que les había prestado tanta atención hasta entonces, como hasta qué punto se influyen corrientes, culturas e ideas de campos 100% distintos. Ya me han ido viniendo sospechas de que así es, entre conversaciones con profesionales, haber atestiguado varias clases de emprendimientos y proyectos, y confesiones varias; y que por tanto el límite de la transferencia entre disciplinas se pone “donde uno quiere”. O cómo de no-binario e inclasificable es el mundo en “bueno o malo”, “blanco o negro”. Ni él era un genio absoluto, ni un capullo engreído. Ni él, ni yo, ni nadie. Siempre hay mucho más allá. Lo que ocurre, lo tangible, son tus acciones y decisiones, no tus cualidades o defectos. Lo que en algunos fomenta la destrucción de un equipo posibilita en otros logros insospechados. Depende de cómo lo plasmes, de cómo lo transmitas, de quién te rodees en tus equipos. Por eso es importante conocerse a uno mismo cuando se desea emprender.
E igual de importante se vuelve, sin pretender pecar de insistente, la integración de ideas. El cruce de ideas. El que todo se pueda conectar e influirse, tal y como queda ilustrado en innumerables casos a lo largo del viaje que se recorre en esas páginas. Es vívida y palpable la noción de que todo se conecta, y todo se influye. Y lo que es mejor: a todo ello le puedes sacar partido, si eres consciente, si no te frenas, si a tus temores les echas algo de valor.
Pero por favor, que quede bien claro: no hay nada único e inimitable en Steve Jobs o en su historia. Cualquier ejemplo biográfico hubiese sido igual de bueno. De hecho, para muchas cosas estuvo muy poco acertado, y los frutos de su carrera son indiscutibles pero no inmejorables. Insisto, no hay nada de “especial” en él. Steve jobs no es lo que pone en un artículo de Wikipedia o en un blog. No fue un genio rico. No fue el visionario. No fue “diferente”. No fue un discurso de Standford, ni películas con Ashton Kutcher o Michael Fassbender. No fue siquiera lo del puto libro que me he leído.
Este hombre fue alguien como tú y yo, de a pie, de carne y hueso, que tuvo muy claro dos cosas desde el principio. La primera fue que todo lo que te pase en tu vida, o todo por lo que pases, puede ser integrado bajo un mismo marco de acción, pudiendo aprovecharse cualquier lección o cualquier resultado para seguir mejorando. La segunda es que teniendo muy claro ésto, y lo que te motiva de tu trabajo o acción (tus metas, tus sueños, tus aspiraciones, tus objetivos) puedes lograr lo que quieras, independientemente del tiempo y el esfuerzo que requiera. Y, para ser sinceros, estaba completamente en lo cierto. Llevo año y medio viendo y viviendo una cosa así.