El mundo de las tablets nunca llamó demasiado mi atención. Siempre fui alguien que presumía de velar por un entorno de trabajo de escritorio, sobremesa, analógico, de teclado+ratón. Y así lo sigo siendo en buena parte, hasta que fui asimilando el cambio que ha dado la tecnología para dejar en un “segundo plano” este tipo de ordenadores y ofrecer el consumo diario de datos y servicios en forma de dispositivos más accesibles, como smartphones o tablets.
Como ya he dicho, me mostré reacio en principio a optar por un “estilo de vida” tan minimalista y pequeñito (al menos eso me parecía) de un dispositivo más pequeño aún que un portátil, porque no le veía utilidad. Es más, ni se me pasó por la cabeza comprar o probar una tablet, con las cosas que oía/leía del iPad tenía claro que no era lo que yo buscaba.
Pero el mundo, la forma de comunicarnos, de buscar en la red, los servicios que ésta nos ofrece y los usos que les damos se han ampliado muchísimo y han cambiado mucho, y mi vida y mis necesidades también. Al haber pasado a un entorno universitario, en el que prima encontrar información donde sea y las distracciones pueden venir de todos lados, es crucial contar con una herramienta lo suficientemente pequeña como para llevar en una carpeta pero lo suficientemente grande como para estar cómodo y no dejarte la vista. Lo suficientemente pequeña para que en la pantalla no quepa más que lo que estés buscando/mirando/haciendo, las notificaciones no distraigan y no se te pueda ocurrir hacer clic en la carpeta “Juegos” que está al lado de la de “Apuntes”. Y con la capacidad suficiente como para llevar gigas y gigas de libros en PDF choriceados por Torrent apuntes, temario, guiones de prácticas… sin que tengas que estar cargando con varios kilos de peso en libros ni 3141592 archivadores o dossieres. Y sobre todo, que si te quedas corto de almacenamiento puedas acceder a tus servicios de almacenaje online para tirar de ahí.
Y por qué no, lo suficientemente pequeño como para que puedas posicionarte de cualquier postura, comodísimo, sin tener que estar con la espalda recta o con un portátil en el regazo (tal y como estoy ahora mismo), o sin que ocupe la mayor parte de tu mesa de trabajo.
Y me di cuenta que todo esto lo ofrecía el Nexus 7 por un precio ridículo, como comentaré más tarde.
Hasta este último cuatrimestre me aviaba con el portátil, un flamante Toshiba promocionado por la Universidad de Sevilla que conseguí por 150 euros el curso pasado, que se ha convertido en mi ordenador por defecto. En él consigo tener a mano y disposición todas las herramientas de trabajo que necesito para estudiar, y es lo suficientemente ligero como para que no resulte engorroso estar moviéndolo (pero ya me decidiré por un ultrabook, lo veo clarísimo, en cuanto éste pase a mejor vida y yo tenga holgura económica).
Hace tan sólo unos meses no sabía ni qué era el Nexus 7. Conocía el término Nexus porque lo empleaba Google en los dispositivos que comercializa y con los que se promociona a sí mismo (ejem), como el Nexus One o el Galaxy Nexus, pero no estaba al tanto de la aparición de una nueva gama en forma de 4, 7 y 10 pulgadas. Fue así hasta que un día le vi a un compañero del Colegio Mayor (allá por Sevilla, donde estudio) una tablet muy discreta que parecía un poco mediocre por su tamaño, mas esta impresión que me dio quedó bien lejos de la realidad cuando la tuve entre mis manos y pude navegar por la web, probar aplicaciones, evaluar el sistema Android (última versión, ya de la rama 4.X, lo que llamó mi atención porque muchas compañías no habían pegado el salto).
Hablaba más arriba del precio porque todas, todas las tablets sin excepción son demasiado caras. Ahora bien, en un ranking de la relación calidad-precio algunas de ellas destacan notablemente, y sin tener mucha idea de tablets (podría decirse que tengo conocimientos mínimos y puedo hacer el papel de alguien sin ideas de tecnología) puedo decir que la Nexus 7 es de las más acertadas.
200 euros para una tablet de siete pulgadas con un procesador de 4 núcleos, 1 GB de RAM, hasta 16 GB de memoria, Android 4.1 Jelly Bean, las últimas actualizaciones de Google y una tienda de aplicaciones enorme es un precio totalmente asequible y para nada abusivo. Es más, he oído comentarios acerca de que Google la vende a precio de Hardware, sin ganar nada con ello. Es decir, lo único por lo que pagamos es por el hecho de que “nos la fabriquen”, sin costos añadidos por Android o beneficios para Asus, el fabricante.
Pero no todo es de color de rosa para este aparato: muchos usuarios se quejan del bajo volumen que posee (aunque a mí esto no me resulta molesto), y el auténtico descontento te lo llevas cuando ves que hay aplicaciones de la tienda Play de Google que no tienen versión o soporte para el pobre tablet. Porque en esencia no es una tablet, es un dispositivo de siete pulgada, y esto no lo parecen entender aplicaciones como Tuenti o Skype (de las que más uso). Sin embargo, ya daré instrucciones en otro momento acerca de cómo lidiar estos problemas.
Desde que tengo el Nexus 7 organizo mucho mejor mis trabajos para la facultad, tomo notas rápidas acerca de cualquier cosa que se me ocurra, puedo hablar con comodidad y portabilidad desde cualquier lugar (con WiFi, claro), buscar cualquier minucia en la web (por no hablar de lo cómodo que resulta navegar por ella), incluso procesar algunos textos o preparar entradas para este mismo blog. Y todo en el tamaño de medio folio, osea genial.
Continuará en otra entrada, donde hablaré de algunos consejos y aplicaciones recomendadas para este producto, un dispositivo muy acertado que cumplirá con las necesidades mínimas.